miércoles, 5 de diciembre de 2012

Identidad

-Pero vos no elegiste tu nombre, o si?
-No, pero esta bueno, que se yo. Ya me acostumbré.
-Te acostumbraste a llamarte así o a que te llamen por tu nombre? 
-En realidad nadie me llama por mi nombre, los amigos tienden a ponerte apodo. "Gordo, puto, pipi" 
-Típicos.
-Si, pero sabes lo que mas me molesta de los apodos. Bah, en realidad no es el apodo, es quien te lo pone.
-No entiendo.
-Claro, siempre es para desprestigiarte, el apodo te lo pone ese pelotudo que se cree copado y te empieza   a llamar por algún defecto que tenes.
-Ah, si. Por ejemplo, a los rengos, decirles RENGOS.
-Bue, bastante obvio el ejemplo. Pero si. Más o menos eso.
-Si, fue bastante genérico. Pero es lo primero que se me ocurrió.
-Pero lo que mas me jode es la gente que a todo el mundo le dice "Negri, negrito"
-Son muchos esos.
-Son de lo peor, me da a falsos, son los mismos que cuando te saludan te palmean la espalda.
-Y le miran el culo a tu novia.
-Eso no me preocupa, porque no tengo novia. Y en todo caso si se miran es porque debe tener buen culo.
-Yo me re caliento si le miran el culo a mi chica.
-Todos lo hacemos, vos también, no te vengas a hacer el MEJOR amigo ahora.
-...
-Hoy pensaba, esto de los nombres, sabes?
-Que raro, vos carburando con cosas intranscendentales.
-Para mi lo intranscendental es maravilloso, eso que la gente pasa por alto, que se olvida, eso me sorprende todo el tiempo. Lo obvio, lo que esta a la vista de todos pero que nadie le da bola, eso que pasa desapercibido, me deslumbra. Me hace pensar el porque de la situación, que fue lo que pasó para que la gente no hable de eso.
-Hablas de esto en el psicólogo?
-No, no me da tiempo, son 45 minutos, a veces menos porque llego tarde.
-Tu nivel de responsabilidad deja mucho que desear.
-No quiero hablar sobre mi irresponsabilidad. Quiero hablar de nombres, de la "Identidad" de la gente.
-Bueno, te escucho.
-Pensaba, que sería de la vida como la vivimos hoy si Albert Einstein se hubiese llamado Jorge Rodríguez. Para mi es todo muy hollywoodense. ALBERT EINSTEN. Es como si todo hubiese diagramado, ya pautado por alguien, el nombre ya te hace pensar que es inteligente.
-Eso es porque el fue inteligente.
-Claro a eso es lo que voy. Todo lo que sabemos es porque alguien lo descubrió. Todo lleva su nombre.
-No entiendo el concepto.
-A ver. Como te explico. Siempre nos dicen que tenemos que ser alguien, nuestra existencia está determinada por ser alguien trascendental en los años, pero ya somos alguien, o sea, somos una persona, vivimos, razonamos, no todos, pero la mayoría razona, planifica, ejecuta, el mecanismo básico de vivir.
-Si..
-Ahí está, pero tenemos que ser algo mas que eso, tenemos un nombre, ese nombre nos da una identidad. La identidad por concepto es ser alguien, no?
-Si.. pero..
-Para, déjame terminar. Somos personas con una identidad que socialmente es reconocida por como nos llamamos, pero si yo quiero ser otra persona, dejar de ser yo y que cuando la policía me pida mi nombre decirle cualquier otro que no sea el Mio, porque no puedo? Si en definitiva el hombre es alguien según sus actos, es juzgado por lo que hace y deja de hacer, pero no por su identidad. Nadie es juzgado por llamarse Ricardo Gonzáles.
-No. Pero hay un Ricardo Gonzáles que está preso.
-Bueno ves. La identidad no es un nombre. Es lo que hacemos de nosotros. Yo soy Facundo pero no soy Facundo, soy amigo, soy hijo, soy un desprolijo, soy estudiante, soy paciente, soy Acompañante Terapéutico. Socialmente somos como el resto nos ve, nuestra identidad esta determinada por el entorno que nos rodea.
-Yo tengo asma, pero no soy asmático.
-Eso es lo que quería que entiendas, que vos sos una persona, no sos tu enfermedad.
-Es muy confuso todo, no te parece?
-Si, sabes que?
-Que?
-Yo hasta los 5 años pensé que me llamaba "BAJATEDEAHI!"

domingo, 18 de noviembre de 2012

El ciclo de las palabras

Mientras me rasco la cabeza pensando que escribir, lo único que se me viene son palabras sueltas, y capaz que esta vez sea así, solamente palabras. Pero también se me viene a la mente la idea de que es imposible ver una palabra y no leerla, es como que la cabeza automáticamente la lee. No puede ser una insignificante combinación de letras, es imposible verla y no leerla y asociarla libremente con alguna experiencia previa. Bueno, tal vez las palabras no sean simplemente palabras, tal vez sean historias, y esas historias nos hagan acordar a algo, o alguien. Pero no es la idea, no quiero rebuscar un pensamiento, ni filosofar al respecto. hoy quiero relacionar cada palabra con lo que me hace acordar la anterior.

Encendedor-Fuego-Calor-Verano-Alcohol-Fiestas-Mujeres-Coger-Dormir-Soñar-Imaginacion-Pensamientos-Plantas-Cordillera-Fogon y ahí está el circulo se cierra... el fogón se prende con un encendedor. Y así pasan las horas, con palabras que se relacionan entre si, de una forma o de otra, todo tiene un ciclo.

sábado, 10 de noviembre de 2012

De dichos populares.

Está todo bien, jefe, yo no le voy a decir cómo hacer su trabajo. Le estoy diciendo que a mi me vendieron no hagas a los demás lo que no quieres que te hagan y está vencida. 
Mire, yo lo que me acuerdo es que me la dio un tipo serio y afeitado, creo que se llamaba Andrés. En su tarjeta de presentación decía “Padre”. No digo que sea su responsabilidad, ¿eh? No se le ocurrió a él, es un saber popular, una herencia cultural. Quiero decir, el problema no fue el vendedor, sino el producto. ¿No sabe si podré hablar con algún responsable? Porque… nada que ver. En realidad es raro, le cuento: a mi me hicieron lo que yo no hubiera hecho. Eso lo agarra a uno de sorpresa y lo deja en una posición incómoda. Usted me entiende, ¿no?. Una mezcla rara de cómo se te ocurrió y la concha de tu re putísima madre. De paso, ya que estoy, si me hace la gauchada, quería cambiar éstas… espere que las tengo en algún lado… acá, mire: ama a tu prójimo como a ti mismo. Vencida también. Acá hay una del colegio, mire: los que estén mejor preparados van a llegar más lejos. Esta la quiero cambiar por alguna que hable de física cuántica o de mandriles. En realidad sabe qué me gustaría, una que defina el sistema de convivencia espontánea de los delfines.
Bueno, y acá tengo All you need is love de los Beatles, el hombre es un ser superior de Darwin, la democracia es el gobierno en manos del pueblo, que me la robaron y acá tengo la denuncia… no, acá… no… espere. No la encuentro. Es que vine en tren y había mucha gente. ¿Se me habrá caído? Pucha, tampoco encuentro la billetera. ¿Se me habrá caído también? ¡No! En realidad lo que me faltan son los bolsillos. ¡No! ¡no! ¡Lo que me falta en realidad son las manos! ¿¡Las manos¡? Sepa disculpar buen hombre, hasta hace unos minutos le hubiera jurado que yo era. Quiero decir, que yo existía. ¡Si tenía tangilidad de sobra! Pero, ¿se me habrá caído también? ¿me habré perdido en el camino?... ¿Por qué no me habla don?... ¿Dije algo que lo ofendió?... ¿Eh?... ¿Hola? ¿Hay alguien ahí?Está todo bien, jefe, yo no le voy a decir cómo hacer su trabajo. Le estoy diciendo que a mi me vendieron no hagas a los demás lo que no quieres que te hagan y está vencida. 
Mire, yo lo que me acuerdo es que me la dio un tipo serio y afeitado, creo que se llamaba Ernesto. En su tarjeta de presentación decía “Padre”. No digo que sea su responsabilidad, ¿eh? No se le ocurrió a él, es un saber popular, una herencia cultural. Quiero decir, el problema no fue el vendedor, sino el producto. ¿No sabe si podré hablar con algún responsable? Porque… nada que ver. En realidad es raro, le cuento: a mi me hicieron lo que yo no hubiera hecho. Eso lo agarra a uno de sorpresa y lo deja en una posición incómoda. Usted me entiende, ¿no?. Una mezcla rara de cómo se te ocurrió y la concha de tu re putísima madre. De paso, ya que estoy, si me hace la gauchada, quería cambiar éstas… espere que las tengo en algún lado… acá, mire: ama a tu prójimo como a ti mismo. Vencida también. Acá hay una del colegio, mire: los que estén mejor preparados van a llegar más lejos. Esta la quiero cambiar por alguna que hable de física cuántica o de mandriles. En realidad sabe qué me gustaría, una que defina el sistema de convivencia espontánea de los delfines.
Bueno, y acá tengo All you need is love de los Beatles, el hombre es un ser superior de Darwin, la democracia es el gobierno en manos del pueblo, que me la robaron y acá tengo la denuncia… no, acá… no… espere. No la encuentro. Es que vine en tren y había mucha gente. ¿Se me habrá caído? Pucha, tampoco encuentro la billetera. ¿Se me habrá caído también? ¡No! En realidad lo que me faltan son los bolsillos. ¡No! ¡no! ¡Lo que me falta en realidad son las manos! ¿¡Las manos¡? Sepa disculpar buen hombre, hasta hace unos minutos le hubiera jurado que yo era. Quiero decir, que yo existía. ¡Si tenía tangilidad de sobra! Pero, ¿se me habrá caído también? ¿me habré perdido en el camino?... ¿Por qué no me habla don?... ¿Dije algo que lo ofendió?... ¿Eh?... ¿Hola? ¿Hay alguien ahí?

Ay Dios Mio.

Estaban en la tierra el hombre que creía en Dios, y el que no creía. En distintas circunstancias y con intrascendencias geográficas de por medio, pasaban ambos por momentos difíciles de pena sin gloria, ni nada que se le parezca. Desdichados hasta en la forma en que el dolor se presentaba ante ellos.
El hombre que creía en Dios, mantuvo con la fe la llama de la esperanza. La certeza en la plegaria con palabras de primeros auxilios que le había regalado una cultura como tantas otras. No pasaba momento sin rezo, sin agradecimiento divino; agradecimiento vacuo porque sabía que todo lo suyo ya era nada, y la nada angustia, y la angustia llanto, depresión, malestar. Pero creía. Creía que Dios estaba ahí y lo bueno vendría, anunciado o no, en hecho o palabra. Algo divino pasaría, y estaba agradecido de estar agradeciendo algo que simplemente no pasaba.
El hombre que no creía en Dios no creía en Dios ni en nada. Tenía fe, pero era distinta a la del hombre que creía. Tenía fe en que todo estaba perdido. Creía en nadie. Ni siquiera en él creía. No tenía ni imagen ni semejanza. No tenía nada. Y se revolcaba en su miseria solo, con la única esperanza de morir y apagarse de verdad, porque sentía que hasta su inexistencia era falsa. Y le dolía. Y no hay cosa peor que ser sin ser.
Uno con el rosario en la mano, y el otro con la ginebra. Los dos murieron en la misma soledad física. Y sin embargo fueron ellos, con su muerte y su vida, los que le dieron existencia a Dios. No era importante que uno repitiera palabras como un loro, y el otro se revolcara en sus gemidos. Sus vidas terminaron porque tenían que terminar. Porque morirse era lo más natural que podía pasarle a dos seres vivos. De morirse se trata la vida.
Pero Dios existe, y si existe es gracias a estas dos personas, que en abstracto dejan de ser dos y somos todos. Dios existe porque algunos creen y otros no. Porque si todos creyeran en Él, se daría tan por sentado que existe que pasaría a ser cómo respirar. Una constante sin dinámicas. Uno no cree en su respiración. Simplemente respira.
Y si nadie creyera en Él, ni siquiera existiría su inexistencia.
Por eso, estas dos personas, y todas las personas somos igual de importantes. Porque en la dinámica del opuesto nace la fuerza. La fuerza que magnificada y multiplicada por miles de millones de creyentes y no creyentes generan la confortable idea de un Dios. El Dios indiscutible que es omnipresente. Y si algo tan desorbitante, como todo el mundo generando una misma idea puede pasar; si un sistema tan complejo puede funcionar a la vez de una manera tan simple, quién más que Dios puede ser, el que en un ida y vuelta de responsabilidades existenciales, exista, gracias al hombre, de una manera discutible.

viernes, 19 de octubre de 2012

Madres Eran Las De Antes.

Era un pueblo de esos donde no pasaba nunca nada, hasta hoy. En un lugar, no muy lejano a la capital, se encuentra un pueblo llamado "Vista Alegre", para mi debe haber sido algo irónico el fundador, mi vista no se contentaba con lo que veía, y mucho menos con lo que mas tarde mis ojos fueron testigos de una historia desgarradora.

Llegué a ese pueblo en busca de una "curandera ósea" debido a un gran dolor que me molestaba para caminar, un esguince pelotudo, pero bueno, soy mañoso y me quería hacer colocar esa imperfección. Era una entrada larga hacia el domicilio que me habían dado, unos casi 4 kilómetros desde la ruta nacional. una calle larga de asfalto con árboles frondosos de ambos lado que me acompañaban hasta la entrada del pueblo. Era mi primera vez en ese lugar, la casa de la señora era la 133 y yo no tenia la mas puta idea como encontrarla, eran las 14:50, por ende, en un pueblo y a esa hora era muy difícil ver a una persona en la calle, para mi suerte había una señora regando su vereda, si, regando, algo que acá en la ciudad es muy poco común de ver desde hace ya muchos años. Me acuerdo que en mi barrio todos regábamos a la misma hora, por la tarde y hablábamos con los vecinos, hasta que llego la urbanización y con ello el asfalto, las veredas y fue ahí el fin de los chusmerios y de largas horas sosteniendo una manguera. Me detengo con el auto, bajo el vidrio y le pregunto: "-Disculpe señora, la casa de Licha?" (Como era un pueblo y todo el mundo me dijo que la "curandera era famosa" quise asesorarme de ello y le pregunte por su nombre, pueblo chico... el del almacén siempre te fía) La señora deja la manguera en un árbol, se acerca al auto y me señala una casa, sin siquiera hablarme. Mi mirada recorre el sentido donde ella estaba señalando y le respondí ante su gesto de ayuda un muy irónico "muy amable, DOÑA!" Arranque el auto y lentamente iba mirando los números de las casas, en la primer pasada me pasé de largo, volví por la misma calle hasta que la encontré. Pero mi suerte se había ido a dormir la siesta junto con todo el resto del pueblo, "Licha" también dormía la siesta. Eran las 15:05, y el cartel en la puerta de su casa decía vuelvo a las 16:00. Asi fue que empezó esta desgarradora historia.

No me quedaba más alternativa que hacer tiempo, justo frente a su consultorio había una gran arboleda y bajo ella una sombra de esas que hacia mucho que no disfrutaba. Estaciono el auto bajo los árboles, reclino un poco el asiento, intento sintonizar una radio, digo intento porque lo que pasaría a continuación me distrajo por completo durante toda una hora. Mientras abro mi atado de cigarrillos, en ese momento me di cuenta que siempre se puede ser mas pelotudo, tenia 1 UN solo cigarrillo y no conocía la ubicación de un Kiosco en ese pueblo, lo prendo, bajo el vidrio para sentir el aire fresco, mientras seguía intentando sintonizar una radio, miraba hacia la calle maldiciendo a la vieja hija de puta que se había ido a dormir la siesta. Las pelusas de los álamos jugaban en el aire, una pequeña brisa primaveral hacia que se movieran hacia dentro del habitáculo del auto, mi alergia se empezaba a manifestar con estornudos, mientras mi vista seguía a una pelusa su recorrido rozando el volante y casi llegando al estereo que seguía sin encontrar una puta radio para hacerme compañía, fue en ese momento que algo distrajo mi atención en el recorrido de la pelusa, que curiosa recorría todo el interior del auto. Un niño fuera del auto se acercaba hacia mí.

Era uno de esos nenes que ya desde chiquitos andan solos en la calle, vestía una remera de River bastante vieja, seguro que era de cuando el padre tenía su edad, una bombacha de gaucho color café y unas alpargatas sucias de tanto recorrer las calles de tierra. Mi vista se olvido de la pelusa y se enfoco en este pequeño gaucho hincha de river, pero lo que mas me llamó la atención fue lo que traía en su mano. Una flor. Era blanca, grande, no era una rosa, ni una margarita, era rara, diferente, yo nunca la había visto, tenia unos detalles en amarillo fuerte, y venia firme en la mano de este crío. Pasó frente a mí y me saludo, moviendo la cabeza. Empecé a sospechar que la gente de ese pueblo era muda, o no hablaba con desconocidos, era una película de esas que no entendes nada, o quizás yo estaba sordo. Sin embargo, yo si lo saludé: "Hola amiguito! Que linda flor que llevas! Es para tu novia?" Se frenó frente a mi y fueron las únicas palabras que escuché en toda la tarde: "No tengo novia. Es para mi mamá." Y se fue corriendo hasta la casa. Vivía frente a donde yo estaba estacionado, pisó una piedra para impulsarse, y saltó un charco de agua. Ya estaba en su casa, en la vereda. Mi cigarrillo ya se había terminado y lo único interesante que tenia para hacer era ver a este chabonsito. Parado en la vereda de su casa y con esta hermosa flor recién cortada de alguna planta empezó a llamar a su madre: "Má!..... Má....... Ma-má!!!" Silencio de radio. Y el niño seguía ahí, esperando una respuesta de su madre, con su regalo empuñado firme para dárselo al encuentro con ella. Y otra vez el niño aclamó: "MÁ!... MÁÁÁÁ!!!.... MAMIIIIIIIII!!!"  Esta vez el llamado era mas intenso. Pero su madre no salía, y el seguía afuera, impaciente, caminaba de acá para allá y seguía con su llamado. Su madre respondió con un grito desde adentro: "-QUE QUERES?" "-Vení, mami, mira!!!" "QUE QUERES?" "Que vengas." Era bastante claro lo que este pequeño nene de tan solo a penas unos 4 años quería de su madre, que venga y sorprenderla con su hermoso regalo, que tan inocente y minuciosamente había elegido para ella y que la naturaleza había creado para que alguien se sintiera alagado. El había entendido cual era el objetivo, no así su madre. Continuó persistentemente con su llamado durante más de media hora. Mientras el pueblo se hundía en un profundo silencio, su llamado debió despertar a mas de un vecino. Me preguntaba mentalmente cual sería el motivo para que su madre no respondiera a semejante orden y mas viniendo de un nene tan pequeño. ¿Estaría mirando "Intrusos" y el debate de porque Maradona no quiere darle el apellido a su futuro hijo? ¿Indignándose a la par de los panelistas mientras sostenía una pava de agua caliente? ¿Estaría levantando la mesa, lavando los platos? ¿Cual era el motivo que le impedía atender a su hijo? ¿Había algo mas importante que hacer? ¿Seria siempre asi y por eso es que un nene tan chico andaba solo en la calle a la hora de la siesta? Pero todas esas preguntas se esfumaron de mi cabeza cuando vi al nene darse vuelta, saltar el charco y venir hacia mí. Se acerca al auto y me dice: "¿Vos tenés mamá?" "Si, amigo. ¿Por?" "Tomá... Regalale esto. Es el día de la madre, ¿viste?" Y me da la flor. El silencio volvió a ser el principal protagonista de este pueblo, instintivamente mi mano agarro esa preciosa flor, única, nunca vista por mí, blanca y amarilla, sin aroma, pero hermosa para mi vista. El pueblo se había vengado de mi prejuicio, al fin mi "Vista" se volvía "Alegre". No dejé de pensar en todo el día, en esa madre desatenta, desinteresada. En esa madre que se había perdido el mejor regalo que le podía dar la vida, que su hijo le regale una flor. Esa madre que no se merecía festejar su día, pero que su hijo si sentía el amor hacia su madre. Al fin y al cabo una madre es madre por lo que el hijo le demuestra. Ella no era madre. El era su hijo.

jueves, 11 de octubre de 2012

El tiempo y nuestra persepcion

Freud explicaba la idea del tiempo sosteniendo que por más relojes que pusieramos al día, el tiempo no es cronológico, sino lógico. Eso explicaría que, por ejemplo, los 15 minutos que esperás un bondi sean, en apariencia, más largos que los 15 minutos que le dedicás a charlar con un amigo.
Pero dentro de esta paradoja del tiempo hay una variante que se puede explicar de una manera mucho más matemática que conceptual, y tiene un efecto universal sobre todas las personas. Uno no nace diciendo ¡qué rápido se pasó este año! ¿no? Ese comentario es algo que uno empieza a decir, justamente, con los años. Pero ¿por qué existe esa sensación de que los años pasan cada vez más rápido? Bueno, una vez me dieron algo muy parecido a una respuesta que brinda la siguiente explicación (adhiero un planito que hice para ir mirando mientras se lee la misma):

Uno nace y al poco tiempo cumple un año, ¿no? Ese año que cumpliste representaba, en aquel momento, el 100% de toda tu vida. Pero claro, si mantenemos la medida del año como parámetro podemos ver cómo, cuando cumplís dos años, un año pasa a ser el 50% de tu vida. Acá es donde viene lo interesante.



Si cuando cumplís dos años, un año es el 50% de tu vida, también pasa que cuando cumplís tres años, un año pasa a ser el 33,3% de tu vida. Y eso quiere decir que un año va a ser el 25% de tu vida cuando cumplas cuatro, y el 20% cuando cumplas cinco y así, matemáticamente, ese porcentaje de lo que representa un año en el total de tu vida disminuye con cada año que cumplís. Por eso, cuando llegás a cumplir, por ejemplo, treinta años, un año representa apenas el 3,3333% de toda tu vida. Lógicamente, el porcentaje disminuye año tras año, y, en consecuencia, un año cada vez te representa menos.

Por eso, es que virtualmente se pasa cada vez más rápido el tiempo en tu vida. No porque te aceleres, o vivas a mil, o porque despistadamente se te pase sin darte cuenta, sino porque eso que disminuye es, en efecto, lo que a vos te representa.

jueves, 4 de octubre de 2012

Díaloco

- ¿Qué quiere decir que todo es simbólico?– me preguntó.
- Que todo lo que entra o sale de tu cabeza necesita un símbolo. Es como un pasaporte mental.
- No entiendo.
- ¿Vos sabés lo que es un árbol?
- Si.
- ¿Qué es?
- Un árbol es … como una planta, pero más grande. Es del mundo vegetal. Un árbol tiene tronco, hojas, tallos, savia, clorofila. ¡Un árbol es un árbol!
- Bueno, pasa que eso es una definición. A ver, yo voy a anotar algo en este papel. Esperá, ¿eh? … Ahí. Listo. Me lo guardo en el bolsillo.
- ¿Para qué?
- ¿Qué ideas asocias a la idea de árbol?
- Ya te dije, hojas, tallos…
- No, te dije ideas no descripciones.
- No sé. Chinos. Los árboles me hacen acordar a los chinos. Creo que por los bonsái.
- ¿Algo más?
- Sabiduría.
- ¿Ves? Mirá el papel. ¿Ves que dice sabiduría? Eso es porque es un símbolo universal.
- ¿Y todos pensamos lo mismo?
- Una mayoría, si. El árbol es símbolo de sabiduría. Pero ahí viene la experiencia.
- ¿A dónde?
- (Suspira) Es una forma de decir. Quiero decir que ahí entra en juego la experiencia. Mirá, es fácil también. ¿Vos conocés el dicho que dice “al que se quema con leche vé la vaca y llora”?
- Si.
- Bueno, yo te aseguro que si alguien viene corriendo y se lleva puesto un árbol, y ese árbol le rompe el tabique y lo deja dos semanas en cama con la cara fisurada, para esa persona un árbol va a ser cualquier cosa menos sabiduría. El concepto es lo que sostiene a la idea. Es la forma, la tostada.
- ¿Qué tostada?
- ¿Vos comerías manteca sola?
- No, ¿por?

-¿Y en una tostada?
- Si, claro.
- Bueno, las ideas son como la manteca, y el símbolo es como la tostada. Vos tenés que ponerle símbolo a la idea, y así puede entrar.
- ¿Y para salir?
- Para salir lo mismo. Ponele tostada, o sea, simbolizalo.
- ¿Para qué?
- Para que entre en la cabeza de otro.
- A todo esto ¿te puedo ayudar en algo?
- Si, estaba buscando una remera lisa.
- Si, seguime. Mirá. Tenés roja, blanca, azul y amarilla.
- ¿Te molesta si me pruebo el amarillo, pero sin la remera?
- ¿Cómo? ¿sin la remera? ¿el color sólo?
- Si.
- No, para nada. Probalo tranquilo.

- ¿Y? ¿Cómo fue?
- Bien, me parece que lo llevo.
- Bueno, andá nomás. El color es gratis, lo que cobramos nosotros es la ropa. ¿Sabés qué pasa? Para nosotros la remera es como para vos la tostada.
- Entiendo. Macanudo, hasta siempre entonces.
- Adios. Que tengas buen día.

martes, 2 de octubre de 2012

Cosas que... pasan.

Tiene dos formas de funcionar:
Una se refiere a todas las posibilidades que algo tiene de suceder. Cuando esas posibilidades son muchas, viste, son cosas que pasan. Me chorearon el auto; son cosas que pasan. Me cagó mi jermu; son cosas que pasan. Si, claro que son cosas que pasan. Que quiere decir que le pasan a todo el mundo, o que pueden pasarle a cualquiera, y te pasaron a vos. Si, son cosas que pasan.
Hoy me miré al espejo. Y cuando me miré me dí cuenta de que algo en mi mirada había cambiado. Pensé en aquello (porque cuando queda en el pasado deja de ser "eso" y pasa a ser "aquello") y me dije: era verdad. Son cosas que pasan. Pero en el sentido de pasar. Como diciendo "son cosas que en algún momento van a quedar en el pasado". Y dudé sobre esta especie de cliché que se dice con tanta frecuencia. Dudé porque en mi caso afloró naturalmente la segunda opción. Algo, por fin, había terminado de pasar. Y ese es otro consuelo inútil con el que uno tiene que aprender a contar.
Lo que te pasa, le pasa a mucha gente, y te puede pasar también a vos. Son cosas que pasan.
Pero lo que te pasa, además va a quedar en el pasado. Son cosas que el tiempo va a dejar atrás. Y por eso también, son cosas que pasan.

Bienvenidos al hippitalismo

Honrar la vida, al aire libre, con repelente. Estar en contacto con la naturaleza, una ducha y un bidet. Fomentar el amor libre, desinteresado y monógamo. Prestarse a la música para convertirse en una herramienta de la conciencia libre y el sello discográfico.
Ojotas, pero havaiannas. Bambula, pero Benssimon. Sentido lúdico, pero playstation. Tomar una pepa, vestirte en Las Pepas. Recorrer el mundo, con GPS. Regalar amor, la semana de la dulzura. Conectar con el resto de la gente, vía facebook.


Sean ustedes bienvenidos al hippitalismo.

El pasado

No se debe hacer ruido cuando el pasado duerme. Se debe estar cerca, atento, con la puerta entreabierta si se quiere. Pasar cada tanto, dependiendo la nostalgia de cada uno. Se lo puede escuchar roncar. Se pueden ver sus canas reposar en la almohada o el hilo de baba cronológica colgando de su boca. Pero se debe tener especial cuidado de no despertar al pasado por cualquier cosa. No hay nada peor que un pasado de mal humor.
Se debe acudir a su lado en puntas de pie pero con mucha cautela. Es un placer verlo dormir, con su respiración profunda, incluso alejado él de sí mismo. Podemos hacer la prueba de sentarnos a su lado, acariciarlo muy suave, taparlo un poco, y repasar en la contemplación lo que fue y lo que lo hizo por fin dormir.
Nótense sus manos apretadas, su ronquido suave y profundo y las uñas largas de sus pies. Huele a viejo, a humedad, a nostalgia. Pero también huele a infancia, a inocencia, a libertad.
Pásese de a ratos y de a uno por vez a saludar su onírica presencia, y téngase a bien guardar la compostura. Como dice el cartel de entrada "prohibido gritarle, exigirle o reclamarle cosas al pasado".
Cuentan los más viejos, que quienes lo despertaron se llevaron preguntas de las preguntas y replanteos de los planteos. Y en su afán de modificarlo, convertirlo o aclararlo no hicieron más que exacerbar sus intolerables características.
Pásese por su lado, pero no se lo despierte. No vaya a ser cosa que su pasado despierte otro pasado y se encuentre sin poder poner de acuerdo las historias perdiendo el presente en una disputa eterna. Pásese a su lado pero no se lo despierte y al salir tenga a bien guardar el secreto que ahora se le susurra.
El pasado es ilusorio. El presente también. Y usted, y estas palabras, y quien las escribe.

viernes, 28 de septiembre de 2012

Tenemos la idiota certeza de que la gente es idiota.

Un simple empleado advierte que cierto trabajo final contendrá un error, pero su jefe descarta corregirlo por el apuro. Un pequeño error de programación que llevaría tiempo arreglar, una falla en la maqueta que con suerte no notará el docente, un micrófono al aire en una escena romántica que con suerte no notará la audiencia. Tantas cosas y tantos casos. Total, tenemos la idiota certeza de que la gente es idiota. Y la gente en realidad verá el error, pero el emisor nunca lo sabrá porque no es receptor y ya está ocupado en su nueva urgencia. No hay tiempo, nos come el aire, time is money. Como un funcionario en cuya conferencia de prensa no acepta preguntas, los parlantes se niegan a ser micrófonos.

***

El Modelo no terminó de maquillarse pero debe salir al desfile. La obra no terminó de ensayarse pero llega la fecha de estreno. El hospital no tiene algodones pero la agenda pide que se inaugure. Los recursos se agotan pero hay que seguir depredando. La barrera no está alta ni baja pero así la vio siempre el colectivero que cruza para llegar a horario. El camionero se duerme pero debe entregar la mercadería. Los frenos del tren funcionan mal pero no podemos suspender el viaje a tanta gente. Los pasajeros intuyen el peligro en el trayecto pero no pueden llegar tarde al trabajo. El piloto de LAPA escucha la alarma al despegar pero no le presta atención porque suena siempre. Las advertencias llegaron al despacho del jefe pero el señor está ocupado todos los días. La excavadora está tocando los cimientos del edificio vecino pero no podemos estar en todo y hay que terminar rápido la torre. El artista está vivo pero preparame la necrológica. La lógica ha muerto pero la seguimos hamacando como en Psicosis. La anestesia está vencida pero el paciente está en la camilla y hay que operarlo urgente.

Queremos subir al tren de la historia ya, ahora, y a él también le faltan frenos.

viernes, 21 de septiembre de 2012

La Ansiedad



¿Será lo que persistentemente desencadena venir acá a escribir, es una pregunta? No se si es retórica, no se si es capciosa o solo una justificación para una catarsis. Pero si hay algo que sé, es que esa pregunta genera otra y otra y otra y así siempre forjando mil interrogantes y nunca una respuesta concreta. Debe ser que tapamos o encubrimos el poder de respuesta con otra pregunta. Hoy por ejemplo no se de que hablar, en realidad no se bien que es lo que quiero expresar, será que tengo miles de dudas al respecto, dudas, preguntas, incógnitas sin resolver, pasados que vuelven a un presente invadido por la incertidumbre de un futuro fortuito, la ansiedad de querer resolver algo que no esta a nuestro alcance. No sabia de que hablar, pero acá estoy, tirando palabras al azar, el aleatorio, dulce y puto azar, aquel que nos emociona y otra vez nos genera la desazón de querer saber qué será? Todo se resume a una ansiedad, ansia que muchas veces nos traiciona y nos deja con las manos vacías. Nos impide pensar, resolver, solucionar, remendar, actuar, desenvolverse, intervenir, concretar, definir, escuchar, sentir, percibir. El doble filo que cada vez que se hace presente nos corta, nos deja una marca, una huella, una herida, una cicatriz que cada vez que la vemos o sentimos nos hace dar un paso atrás, ahí, en ese momento nos dimos cuenta que aprendimos, dedujimos que la ansiedad nos enseño a saber reprimirla. Nadie quiere vivir marcado por malas experiencias, ese es el doble filo, el dolor de haber actuado mal y la prudencia que adoptamos a la hora de buscar una respuesta a nuestras preguntas. ¿La ansiedad es lo que nos lleva a generarnos preguntas? Algo de relación debe tener, no quiero profundizar semánticamente y mucho menos en el campo de la psicología. Es solo una pregunta, pero no voy a negar que no me genere agitación saber la respuesta a semejante planteo. Otra vez, es un círculo vicioso. Vicios que el deceso de ellos nos generan, que? Ansiedad. Durante nuestro día a día la sosegamos, la aplacamos, la serenamos, sabemos opacarla, camuflarla, desfigurarla, disimularla, satisfacerla, reducirla, someterla, minimizarla, con una charla, con un psicólogo, con comida, con la bebida y con el clásico cigarrillo. Este último, es algo sorprendente, es inteligente. El cigarrillo, sabe cuando terminamos de comer y lo fumamos porque estamos sastifechos, lo fumamos cuando tenemos una duda que nos quita el sueño o simplemente lo fumamos antes de dormir y cuando discutimos para calmarnos otra vez la ansiedad.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Lo que nos molesta nunca se termina.



Esas personas que se jactan siempre de decir: "-tengo códigos" a esos les desconfío mas que a nada, siempre recalcando su moral y lo orgullosos que están de ser fiel a ella, esos son los primeros en mirarle el culo a tu novia, los primeros en criticarte a tus espaldas cuando no estas, los que te palmean el hombro cuando te saludan, son los mismo que usan el "capo, campeón, genio" para referirse a vos cuando intentan entablar una charla, ni hablar de los que dicen "Negri, negrito" desconfío mucho, tengo un nombre man! mis padres pelearon 9 meses para decidirlo! DESTO EL APODO. Esa gente de mierda, nunca se va a terminar, es como los mosquitos, que tanto nos amagan de noche a picarnos y nos avisan de su presencia pasando razante a nuestra oreja descubierta en la inmensidad de la noche y la oscuridad de nuestra habitación, como las palomas que siempre que terminamos de lavar nuestro auto se cagan, literalmente, en todo nuestro esfuerzo de dejarlo limpio, como las piedras que se nos meten en las zapatillas, como la arena en la cama después de un día de playa, por mas que nos hayamos bañado, no sabemos de donde mierda sale. Esas cosas que tanto nos molestan, siempre van a existir, por más que nos quejemos y elevemos gritos de furia e insultos creativos hacia la inmensidad del cosmos y hacia todos los dioses, nunca van a desistir. Siento por momentos que por mas que las odiemos con fuerzas, estas cosas tienen un campo de energía a la inversa, todo eso que deseamos que deje de pasar, se transforma en algo mas y mas y mas potente, lo que nos genera paradójicamente esa impotencia de sentirnos vulnerables ante ellos. Pero si hay algo que nunca se va a acabar es la incertidumbre y eso me violenta mucho.

Lo cotidiano me deslumbra.



Últimamente me llama mucho la atención cosas cotidianas, que pasan casi desapercibidas, me pongo a pensar quien será el director de la agencia de "diseño de repasadores" pienso como serán las charlas entre el diseñador y el director: "-pensé que seria buena idea ponerle cubiertos antiguos o unas naranjas cortadas a la mitad, vos que decís? -Genial! me parece fantástico! novedoso, mándalo a imprimir!" Lo cotidiano, eso que no llama la atención, lo que ya tenemos incorporado como normal, a mí me parece algo fantástico. Al igual que las herramientas y sus nombres híper creativos, pela papas, pisapapeles, encendedor, licuadora y así podría estar todo el día enumerando miles de artefactos que ya por su simple nombre quedan rotulados a esa función, porque no usar un pela papas para pelar una manzana? o un pisapapeles para romper una nuez? Obviamente yo hago eso, me cago en la función designada a cada cosa para darle una vida útil para otra, como un cuchillo de destornillador o de escarbadientes. Me fascina la cotidianeidad y todo lo que la compone. Otra de las cosas de esas que pasan día a día que me sorprende es la música, escucharla cuando estas mal y que te cambie el humor, si, ya se que es un cliché, o enamorarse por dos semanas de una canción y que esa canción te lleve a descubrir otra y así en un loop eterno, cerrar los ojos y sumergirse en la letra, vivirla en nuestra imaginación, interpretarla según nuestros recuerdos o fantasías, la música nos da la posibilidad de ser quien realmente queremos ser, eso que anhelamos, cantarla en voz baja o en la ducha o cuando estamos solos, es algo que no me deja de sorprender.